se escapa el aliento humilde de las ganas de nada.
bebiendo petalos los miercoles (grises, oscuros) y toco tu boca que ya no mueve mis aceras y pinto tu nombre en un rito para attachearte a mi alma.
sin embargo, cuesta demasiado contar que anoche paladee el amargo de los extraños y evite tu rostro para que no me diese frio. acera triste, el revolver que se acerca.
se que el espacio que dibuja tu estampa solo roza lo sutil del aire que derrama mi cuerpo; y tambien se lo injusto que es tener que decir que me sobran las ganas de danzarlo libre a lejanias de la prision de ti y que aun te amo.
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